Mantenerte saludable mientras trabajas desde casa requiere más que simplemente adaptarse a un nuevo espacio de trabajo; implica tomar decisiones deliberadas sobre dieta, ejercicio y bienestar emocional. A medida que pasamos más tiempo en interiores, resulta esencial entender cómo equilibrar el hambre física con el hambre emocional para preservar nuestra salud y felicidad a largo plazo.
Algunas personas ya estaban acostumbradas al trabajo remoto antes de los recientes cambios globales. Con el avance de la tecnología, la productividad ya no se limita a los tradicionales escritorios de oficina. Aunque, al principio, esta transición puede parecer un alivio—sin más viajes largos al trabajo ni la obligación de llevar traje y corbata—la nueva rutina ha llevado a muchos a replantearse cómo organizar sus días y mantenerse saludables, especialmente cuando no tienen acceso fácil a sus gimnasios o a sus restaurantes favoritos de comida saludable.
Una gran parte de mantenerte saludable mientras estás en casa está relacionada con tu dieta. Sin embargo, no se trata solo de qué comemos, sino también de cuándo, cuánto y por qué. Aunque el hambre física desempeña un papel importante en la determinación de nuestros hábitos alimentarios, muchas personas también comen por motivos emocionales, especialmente cuando las emociones se intensifican debido a diversas circunstancias.
¿Pero qué es la alimentación emocional?
La alimentación emocional se define como la práctica de comer en respuesta a nuestros sentimientos o emociones, en lugar de atender al hambre física o a las necesidades nutricionales. Esta forma de comer puede manifestarse a través de episodios de ingesta excesiva, un aumento en la frecuencia de las comidas y un anhelo por alimentos reconfortantes, como golosinas o comida chatarra.
Comer por razones emocionales es un comportamiento común que todos practicamos de vez en cuando y que muchas veces, dificulta el mantenerte saludable mientras trabajas desde casa. Algunos de los sentimientos que suelen desencadenar la alimentación emocional incluyen el estrés, la ansiedad, la depresión y el aburrimiento. De hecho, comer emocionalmente a veces actúa como un mecanismo de distracción para evitar enfrentar emociones reprimidas. Como cualquier hábito, la alimentación emocional puede convertirse en una conducta automática, lo que significa que incluso al reconocerlo, es fácil caer en la misma rutina eventualmente.
Claves para mantenerte saludable
Identificar la alimentación emocional puede ser complicado. La necesidad de comer, picar o buscar alimentos reconfortantes puede surgir tan rápidamente que podría confundirse fácilmente con hambre física. Aquí algunas formas de identificar si lo que sientes es hambre emocional:
Clave 1: La forma en que aparece
El hambre emocional suele presentarse de manera repentina, mientras que el hambre física tiende a desarrollarse gradualmente. La próxima vez que sientas un deseo inusitado de comer, pregúntate: ¿Cuándo fue la última vez que comí? Si fue solo hace una hora y ya sientes hambre de nuevo, podría ser por razones emocionales.
Clave 2: Satisfacción momentánea
El hambre emocional generalmente no se satisface a largo plazo con la comida. Esto se debe a que, cuando comemos emocionalmente, no estamos atendiendo nuestras verdaderas necesidades. Si lo que sientes es ansiedad, ¿qué actividades te ayudarán a calmarte? Si es aburrimiento, ¿cómo puedes mantenerte entretenida? Identificar y atender estas necesidades emocionales desde otras perspectivas —como el ejercicio, un entorno hogareño adecuado y relaciones personales— es fundamental para superar el hambre emocional.
Clave 3: Origen mental
A diferencia de la hambre física, que se siente físicamente en el estómago, el hambre emocional proviene de nuestros pensamientos. Todos hemos experimentado los ruidos del estómago y esa sensación incómoda que se presenta al pasar demasiado tiempo sin comer. Cuando la hambre emana de nuestras emociones, en cambio, podemos sentir deseos intensos de comer debido a situaciones específicas, no por una auténtica necesidad biológica.
Reducir la velocidad antes de abrir el refrigerador es clave. Este ejercicio de reflexión nos permite identificar qué impulso nos lleva a comer: ¿es hambre física o emocional?
¿Qué dificulta mantenerte saludable mientras trabajas desde casa?
Dado que la alimentación emocional está impulsada por nuestros sentimientos (más que por nuestra biología), es fácil caer en un ciclo negativo lo que dificulta mantenerte saludable mientras trabajas desde casa. Por ejemplo, el aburrimiento puede llevar a un aumento de la ingesta de alimentos, lo que puede generar sentimientos de culpa. Para suprimir esos sentimientos de culpa, podríamos recurrir a alimentos dulces que, si bien proporcionan tranquilidad temporal, en realidad perpetúan la problemática. Cuando estamos bajo estrés crónico, resulta aún más complicado modificar nuestro comportamiento, ya que los desencadenantes se presentan de manera continua.
Cuando estamos estresados, nuestros niveles de cortisol aumentan. Este cambio interfiere con nuestras hormonas del hambre, como la grelina y la leptina, lo que puede intensificar la sensación de hambre y dificultar la percepción de saciedad. Esta situación no solo afecta nuestra capacidad de satisfacer el hambre física de manera saludable, sino que también puede contribuir a una relación poco saludable con la comida. Te dejo algunos consejos.
La conciencia es clave:
La toma de conciencia es el primer paso para identificar si tienes problemas relacionados con la alimentación emocional. Ser más consciente de tus emociones y tu relación con la comida es esencial para dar pasos hacia la mejora. Considera llevar un diario donde registres cada vez que sientas hambre, anotando tus emociones y las sensaciones físicas que acompañan ese deseo. Realiza un seguimiento de estos patrones durante unos días y analiza cualquier correlación entre tus emociones y tus hábitos alimentarios.
Sé amable contigo misma:
Recuerda que todos somos propensos a comer emocionalmente. Esto no significa que estés condenada a este comportamiento de forma permanente, ni que estés inestable en tu salud o tengas un trastorno. Romper el patrón de la alimentación emocional es un proceso gradual. Así que abórdalo con compasión y curiosidad, sin juicios. Si identificas un patrón, en lugar de avergonzarte, toma nota y da pequeños pasos hacia el cambio.
Distingue entre alimentación emocional y trastornos alimentarios:
Aunque la alimentación emocional y los trastornos alimentarios pueden coexistir, no son lo mismo. Los trastornos alimentarios, como el trastorno por atracón (BED, por sus siglas en inglés), son condiciones clínicas específicas que requieren tratamiento profesional. Es importante reconocer que la alimentación emocional suele ser una respuesta a las circunstancias de la vida, mientras que los trastornos alimentarios requieren evaluación específica y atención médica.
Siente tus sentimientos:
Dado que la alimentación emocional está impulsada por nuestros sentimientos, abordarlos de forma directa es fundamental para controlar esta respuesta. Todos lidiamos con emociones incómodas como la tristeza, la culpa o el miedo. Recuerda que estos sentimientos no son permanentes, y aunque sean difíciles de afrontar, aprender a aceptar y reconocer tus emociones puede ayudarte a gestionar su influencia sobre tus hábitos alimentarios.
Practica una alimentación consciente:
Cuando trabajamos desde casa, es habitual encontrarse abriendo gabinetes y revisando el refrigerador de manera compulsiva, a menudo incluso después de haber comido. Muchos de estos hábitos son automáticos. Tómate el tiempo necesario para detenerte y evaluar tus antojos antes de actuar. Practicar la alimentación consciente implica reconocer cuando comemos por nutrición y cuándo lo hacemos en respuesta a un impulso emocional. Llevar una rutina en la que te sientes a la mesa para comer, en lugar de picar de pie o en el escritorio puede ayudarte a reconectar con el acto de comer.
Consúltate frecuentemente:
Hazte preguntas reflexivas y responde con honestidad. Por ejemplo, cuando surge un antojo, pregúntate: ¿Dónde lo siento? ¿En el estómago? ¿Qué busca este anhelo? ¿Es un deseo por algo salado o dulce? Antes de sucumbir a un antojo, imagina cómo te sentirías después de disfrutar realmente esa comida. No busques respuestas «correctas», simplemente cultiva el hábito de hacerte estas preguntas y anotar tus respuestas de forma sincera.
¡Mantente bien hidratada!
La deshidratación puede confundirse fácilmente con hambre. Antes de ceder a un antojo, pregúntate si has estado bebiendo suficiente agua a lo largo del día. Trata de beber al menos ocho vasos de agua. Si te resulta aburrido, prueba añadir rodajas de limón, pepino o hierbas frescas para darle un toque refrescante. Después de hidratarte, vuelve a consultarte para ver si aún persiste la necesidad de comer.
Revisa tu entorno alimentario:
El entorno en el que te relacionas con la comida puede jugar un rol importante en tus hábitos alimentarios. Considera las influencias a tu alrededor: desde los tipos de refrigerios disponibles en tu hogar, hasta las tiendas de comestibles que frecuentas. Simplemente tener a la vista opciones más saludables, como frutas frescas y nueces, en lugar de golosinas procesadas, puede marcar una gran diferencia. Reemplaza el tazón de dulces con una colorida frutera; así, cuando tengas antojo de picar, las opciones que estarán a la vista serán más nutritivas y favorables para tu salud.
Reflexiones finales
Trabajar desde casa puede representar un desafío para mantener hábitos saludables, pero enfrentar estos retos también puede ser una oportunidad para profundizar en nuestra relación con la comida y nuestras emociones. Al ser conscientes de la diferencia entre el hambre física y emocional, y al implementar estrategias de atención plena y autocuidado, podemos encontrar un equilibrio más saludable.
Recuerda que no estás sola para abordarlo. Todos enfrentamos momentos de duda y lucha, pero cada paso, por pequeño que sea, es un avance hacia el bienestar. Abrazar la empatía y la compasión hacia nosotros mismos es fundamental para lograr un estilo de vida saludable y feliz, incluso en circunstancias demandantes.
Aprovecha estos consejos y estrategias en tu día a día, y considera buscar apoyo si sientes que lo necesitas. Tu salud y bienestar son esenciales, y cada acción que tomes para cuidarte contribuirá en tu salud integral.