Enfermedades autoinmunes ¿por qué somos más propensas?

¿Sabias que aproximadamente el 80% de las personas que padecen enfermedades autoinmunes son mujeres? Esta disparidad de género es tan marcada que incluso los modelos de investigación en animales muestran el mismo patrón. Aunque hombres y mujeres estamos expuestos a los mismos factores ambientales, la realidad revela un desequilibrio sorprendente. Continua leyendo para saber más.

Las estadísticas son contundentes:

  • Por cada hombre con enfermedad celíaca, hay tres mujeres que la padecen
  • Por cada hombre con lupus, nueve mujeres están afectadas
  • Las afecciones tiroideas mantienen una proporción de 9:1 entre mujeres y hombres

Después de investigar, estudiar con expertos, conversar con personas que han superado enfermedades autoinmunes alrededor del mundo y mi propia experiencia con el Hashimoto, una conclusión emerge con claridad: la medicina funcional ofrece vías efectivas para mejorar la salud y calidad de vida de quienes padecen estas condiciones. Comprender por qué nosotras somos más vulnerables resulta fundamental para prevenir el desarrollo de la autoinmunidad.

Hoy te quiero hablar sobre la teoría de los receptores de estrógeno. La hipótesis más respaldada científicamente sugiere que esta vulnerabilidad femenina podría estar relacionada con la mayor cantidad de receptores de estrógeno en nuestro organismo. Pero, ¿cómo funcionan exactamente estos receptores?

El mecanismo de los receptores hormonales

Podemos imaginar los sitios receptores como cerraduras diseñadas para ser abiertas únicamente con una llave específica. Cada receptor está configurado para permitir la entrada de una hormona particular a la célula y de esta manera cumplir con sus funciones:

  • Un receptor de testosterona solo admite testosterona
  • Un receptor tiroideo solo permite el paso de hormonas tiroideas
  • Un receptor de estrógeno únicamente se activa con estrógeno

Cuando el estrógeno se une a su receptor específico, activa la expresión de los genes asociados con la célula, permitiendo así que cumpla sus funciones adecuadamente.

El problema de los disruptores hormonales y las enfermedades autoinmunes

En la actualidad, estamos expuestas constantemente a sustancias químicas conocidas como disruptores endocrinos que alteran el funcionamiento normal de nuestras hormonas. Estos compuestos tienen una afinidad particular por los receptores de estrógeno. Los xenoestrógenos, una subcategoría de estos disruptores, imitan al estrógeno natural, bloqueando el acceso de la hormona verdadera a sus receptores. Es como si una llave incorrecta quedara atascada en la cerradura: no puede abrir la puerta, pero impide que la llave correcta entre.

Esto genera una situación paradójica: nuestro cuerpo puede estar produciendo niveles normales de hormonas (lo que daría resultados «normales» en análisis convencionales), pero nuestras células sufren una deficiencia hormonal porque las hormonas legítimas no pueden unirse a sus receptores y activar las funciones celulares necesarias.

La importancia de los estrógenos en el cuerpo femenino

El estrógeno es nuestra principal hormona sexual, aunque también está presente en menor cantidad en los hombres (así como nosotras producimos algo de testosterona). Esta hormona desempeña funciones cruciales en todo nuestro organismo, tales como:

  • Retrasa la pérdida de memoria
  • Regula áreas cerebrales vinculadas al desarrollo reproductivo
  • Controla la producción de colesterol en el hígado
  • Estimula el inicio de la menstruación
  • Mantiene la lubricación vaginal saludable y la libido
  • Desarrolla el tejido mamario y prepara las glándulas para la lactancia
  • Prepara el útero para sostener y nutrir al bebé durante el embarazo
  • Contribuye a preservar la densidad ósea

El camino hacia la autoinmunidad

Cuando el sistema inmunológico detecta sustancias extrañas como los disruptores endocrinos unidos a nuestros receptores, genera anticuerpos para atacarlas. El problema surge porque estos anticuerpos, con el tiempo, terminan dañando también nuestras propias células, ya que las toxinas están adheridas a ellas.

La exposición repetida a estos disruptores desencadena un ciclo dañino: el mecanismo de producción de anticuerpos se vuelve autoperpetuante, destruyendo más células de las que el cuerpo puede reemplazar. Este es el inicio del proceso autoinmune.

Dado que las mujeres tenemos naturalmente más receptores de estrógeno, somos más susceptibles a este proceso. La cuestión entonces no es cambiar nuestra biología, sino reducir la exposición a los disruptores endocrinos que desencadenan esta reacción en cadena.

¿Cómo reducir la exposición a los disruptores hormonales?

Para minimizar el riesgo de autoinmunidad, debemos identificar y reducir el contacto con estas sustancias tóxicas:

1. Bisfenol A (BPA)

Estudios recientes han demostrado que el BPA puede suprimir genes esenciales para el desarrollo del sistema nervioso, con consecuencias en el neurodesarrollo. Aunque ya no se utiliza en biberones, sigue presente en algunos juguetes y productos plásticos.

Alternativas: Opta por envases de vidrio o acero inoxidable en lugar de plásticos, especialmente para alimentos calientes y bebidas.

2. Ftalatos

Estos compuestos se ocultan frecuentemente bajo el término «fragancia» en las etiquetas de productos de cuidado personal. Las mujeres solemos usar más productos que contienen ftalatos, y las investigaciones indican que una mayor exposición en la infancia aumenta el riesgo de alergias y problemas hormonales.

Alternativas: Elige productos de cuidado personal sin fragancias artificiales o con certificación orgánica.

3. Retardantes de fuego

Presentes en muebles, alfombras y vehículos nuevos, estos compuestos liberan gases con disruptores endocrinos durante años.

Alternativas: Prioriza muebles con materiales naturales y ventila frecuentemente los espacios cerrados.

4. Arsénico

Los principales alimentos que nos exponen a niveles elevados de arsénico son:

  • Arroz (absorbe el arsénico del suelo)
  • Carnes de animales de granjas industriales por el tipo de alimentación
  • Verduras con alto contenido de azufre como las coles de Bruselas

Alternativas: otros contornos distintos al arroz, carnes de animales criados en pastura y verduras de cultivo ecológico.

5. Mercurio

Se encuentra en amalgamas dentales antiguas, bombillas fluorescentes y ciertos pescados. El consumo prolongado de alimentos con mercurio está asociado con problemas neurológicos y autoinmunes.

Alternativas: Limita el consumo de pescados grandes como el pez espada y considera suplementos de omega-3 de alta calidad en lugar de depender exclusivamente del pescado.

6. Compuestos perfluorados (PFC)

Presentes en artículos antiadherentes y resistentes a las manchas, estos compuestos se han asociado con mayor riesgo de cáncer y complicaciones reproductivas.

Alternativas: Utiliza utensilios de cocina de hierro fundido, acero inoxidable o cerámica sin recubrimientos químicos.

Qué hacer frente a las enfermedades autoinmunes

El primer paso para protegerte es conocer tu situación actual. Un análisis de sangre completo puede detectar anticuerpos elevados antes de que aparezcan síntomas evidentes, permitiéndote tomar medidas preventivas específicas.

Esta evaluación es especialmente importante si:

– Tienes mayor sensibilidad o intolerancia a sustancias químicas

– Has disminuido la tolerancia inmunitaria o la función inmunitaria anormal

– Cuentas con antecedentes familiares de autoinmunidad

Contrariamente a lo que muchos médicos tradicionales afirman, las enfermedades autoinmunes no son condiciones que debamos aceptar sin esperanza. La medicina funcional ha demostrado resultados prometedores en el abordaje de estas condiciones mediante la identificación y eliminación de desencadenantes ambientales.

Todas las enfermedades autoinmunes siguen un mecanismo similar, y entender este proceso nos da el poder de revertir, detener o prevenir su desarrollo. Tu compromiso de practicar vida saludable comienza con la educación y un cambio de perspectiva sobre la enfermedad.

La prevención es siempre la mejor estrategia. Reduciendo tu exposición a disruptores endocrinos y monitoreando regularmente tu estado de salud, controlarás más tu bienestar y reducirás significativamente tu riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, incluso si eres mujer con predisposición genética a ellas.

Referencias

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Hassan, S., Thacharodi, A., Priya, A., Meenatchi, R., Hegde, T. A., Thangamani, R., Nguyen, H. T., & Pugazhendhi, A. (2024). Endocrine disruptors: Unravelling the link between chemical exposure and women’s reproductive health. Environmental Research, 241, 117385. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.envres.2023.117385

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    Hola,
    soy Rossana

    Lidiaba con varias condiciones crónicas, tomando medicamentos para sentirme mejor, pero nada me curaba. Aunque desde afuera parecía que todo estaba bien, por dentro me sentía agotada y vacía, como si me estuviera apagando lentamente. Sin respuestas claras y sin motivación para seguir, mi vida se tornaba cada vez más oscura.