¿Sabías que la “pandemia silente” de las enfermedades autoinmunes ha alcanzado proporciones inimaginables en los países desarrollados? Las estadísticas esgrimen por qué le tildamos de “pandemia” a pesar de no tratarse de males infecciosos. Un ejemplo, en EEUU, entre enero de 2011 y enero de 2022, cerca de 15 millones de personas (un 4.6% de su población) fueron diagnosticadas con al menos una enfermedad autoinmune. Y lo más preocupante del hecho es que un 34% de estos individuos fue sumando otras patologías autoinmunes a su condición en dicho período, según el estudio del campo.
Veinte años atrás yo misma entré en esta estadística “pandémica” al confirmar que padecía de la enfermedad de Hashimoto. Hasta entonces, como a muchas otras mujeres, diversos síntomas me indicaban que algo no estaba bien en mi cuerpo: fatiga constante, cambios de peso inexplicables, niebla mental y problemas digestivos. Al buscar sanar, los médicos tradicionales me ofrecían medicamentos para «controlar» los síntomas y “santo remedio”. Aunque yo sabía que tenía que haber una respuesta más profunda.
Hoy tras haber dejado de ser un indicador de esa “pandemia silente”, alcanzando la remisión completa de mi Hashimoto a través de prácticas de la medicina funcional, quiero compartir contigo lo aprendido e integrado a mi formación como Health Coach en el Instituto de Nutrición Integrativa (IIN).
¿Por qué estamos llegando a niveles de “pandemia silente”?
Esta “pandemia silente” no es casualidad sino causalidad. Nuestro entorno moderno, lleno de toxinas, estrés crónico y alimentos procesados, está sobrecargando nuestros sistemas inmunológicos. Como sociedad, hemos creado el caldo de cultivo perfecto para que nuestros cuerpos se vuelvan contra tí misma.
La buena noticia es que la autoinmunidad tiene un mecanismo predecible, y cuando entendemos este proceso, podemos intervenir de manera efectiva. A continuación te guío en los factores que inciden en un posible desequilibrio de tu sistema inmunológico.
Los 7 pasos para anticipar una autoinmune
Paso 1: Líberate del fatalismo genético
El nacimiento de la autoinmunidad comienza mucho antes de que aparezca cualquier síntoma. De hecho, comienza en el momento de la concepción. Heredamos un código genético único de nuestros padres, pero aquí está la clave que cambió mi perspectiva: los genes no son tu destino.
La pregunta fundamental no es qué genes tienes, sino cuáles se están expresando y cuáles permanecen «dormidos». Esta comprensión me liberó del fatalismo genético.
El proceso comienza incluso antes del nacimiento. En el útero, el feto se desarrolla en líquido amniótico que:
- Amortigua impactos físicos
- Regula la temperatura corporal
- Transmite anticuerpos maternos
- Prepara el sistema inmunológico para la vida externa
Al nacer, todos los bebés tienen intestino permeable por diseño natural. El calostro materno no solo nutre, sino que activa genes específicos que fortalecen la barrera intestinal. Este proceso es fundamental para establecer un sistema inmunológico equilibrado desde el inicio de la vida.
Paso 2: Atenta a los gatillos ambientales
Aquí es donde entra la epigenética, el campo que revolucionó mi comprensión de la salud. La famosa frase «la genética carga el arma, pero la epigenética aprieta el gatillo» resume en cierta manera este concepto. Los gatillos más recurrentes para disparar tus procesos inflamatorios y hacerte parte de la “pandemia silente” son:
Factores dietéticos:
- Gluten (especialmente en trigos modificados)
- Lácteos
- Azúcar refinado y edulcorantes artificiales
- Alimentos ultraprocesados
- Aceites vegetales refinados
Toxinas ambientales:
- Metales pesados (mercurio, plomo, aluminio)
- Moho y micotoxinas
- Campos electromagnéticos (EMF)
- Productos químicos domésticos y de cuidado personal
- Pesticidas y herbicidas
Factores de estilo de vida:
- Estrés crónico
- Trauma emocional
- Falta de sueño
- Sedentarismo
- Aislamiento social
En mi caso, identifiqué múltiples desencadenantes: años de estrés laboral, exposición a químicos en la industria del plástico donde trabajaba, y una dieta rica en gluten y lácteos. Reconocer estos gatillos fue el primer paso hacia mi recuperación.
Práctica: Eliminación del «Trío terrible»
Como primer paso, recomiendo eliminar durante 30 días:
- Gluten: Incluso si las pruebas son negativas para celiaquía
- Lácteos: Especialmente pasteurizados y de origen convencional
- Azúcar refinado: Incluyendo edulcorantes artificiales
El 70% de mis clientas experimentan mejoras significativas solo con este paso inicial.
Paso 3: Observa tu tolerancia oral
La pérdida de tolerancia oral es como cruzar una línea invisible, comprenderlo te ofrece otra perspectivas sobre las alergias, sensibilidades e intolerancias alimentarias. Un día tu cuerpo tolera el trigo, y al siguiente, lo ve como un enemigo.
Esta intolerancia es producto de una sobrecarga tóxica que lleva a nuestro sistema inmunológico a ser hiperreactivo. Es como un guardia de seguridad que, después de lidiar con múltiples amenazas reales, comienza a ver peligros donde no los hay.
Cuando perdemos la tolerancia oral:
- Se producen anticuerpos contra alimentos previamente «seguros»
- Se activa el mimetismo molecular
- El sistema inmunitario confunde proteínas alimentarias con tejidos propios
- Se generan células B de memoria que «recuerdan» la amenaza
Mi Experiencia Personal: Durante años pude comer pan sin problemas aparentes. Pero cuando finalmente eliminé el gluten y lo reintroduje meses después, la reacción fue dramática: inflamación, rinitis y dolores musculares.
Paso 4: Atenta a una disbiosis
Así como las cifras de la “pandemia silente”, conocer que los microbios beneficiosos en nuestro cuerpo superan 10 a 1 a nuestras propias células me impactó profundamente, cuando comencé mi formación en medicina funcional. Imagina, el 70% de nuestro sistema inmunológico reside en el intestino, de allí la importancia de prevenir una disbiosis.
Las causas principales de la disbiosis:
- Antibióticos: Necesarios a veces, pero devastadores para el microbioma
- Dieta occidental: Rica en azúcar y pobre en fibra
- Estrés crónico: Altera directamente las bacterias intestinales
- Productos antimicrobianos: Jabones, desinfectantes, enjuagues bucales
- Agua clorada: Mata tanto bacterias malas como buenas
Paso 5: Evita abrir esta puerta a la autoinmunidad
El intestino permeable (leaky gut) no es solo una moda de salud natural; es una realidad científica documentada que precede a la mayoría de enfermedades autoinmunes.
En condiciones normales, la pared intestinal actúa como un filtro selectivo, permitiendo el paso de nutrientes mientras bloquea toxinas y patógenos. Cuando esta barrera se compromete, partículas no digeridas entran al torrente sanguíneo, activando una respuesta inmunitaria.
Sus causas frecuentes:
- Zonulina (activada por gluten)
- Alcohol
- AINEs (antiinflamatorios no esteroideos)
- Antibióticos
- Estrés crónico
- Infecciones intestinales
Protocolo de sanación intestinal: Lo activas desincorporando de tus hábitos diarios los alimentos inflamatorios, medicamentos innecesarios, toxinas ambientales y el estrés crónico.
Paso 6: Atravesar la tormenta perfecta
En este punto, todos los elementos están alineados para una tormenta perfecta: la autoinmunidad. Tu sistema inmunológico, diseñado para protegerte, se convierte en tu enemigo.
Pondrás en alerta los dos sistemas de defensa, el inmunitario innato y el inmunitario adaptativo. El primero produce una respuesta inmediata, además de citocinas inflamatorias, siendo la primera línea de defensa. Entretanto, el segundo emite una respuesta específica, fabrica anticuerpos y crea memoria inmunitaria.
Cuando estos sistemas se desequilibran, comienza la producción de anticuerpos contra nuestros propios tejidos. En mi caso, los anticuerpos atacaron mi glándula tiroides, causando todos los síntomas debilitantes que experimenté durante años.
Paso 7: La autoinmunidad como destino
Avanzar hasta aquí confirma tu entrada a las estadísticas de la “pandemia silente”, pues experimentarás los síntomas que finalmente llevarán a ese diagnóstico autoinmune. Entonces la medicina tradicional propondrá tratamientos para buscar eliminar esos síntomas, cuando se hubiese podido tratar las causas raíz que provocaron su desarrollo.
Y sí para abordar emergencias la medicina tradicional puede resultar excelente método, pero muy limitado en el caso de enfermedades crónicas autoinmunes, pues se limita a:
- Diagnosticar la enfermedad específica
- Prescribir medicamentos para suprimir síntomas
- Monitorear la progresión
- Agregar más medicamentos según sea necesario
En mi situación, este abordaje de mi malestar me mantuvo años indispuesta. Mi camino real hacia la sanación lo inicié cuando descubrí la medicina funcional.
Un caso típico de diagnósticos perdidos
Para una mejor ilustración, quiero contarte sobre Cami, un caso compuesto basado en múltiples historias reales que he visto durante mis acompañamientos. Cami comenzó con infecciones de oído recurrentes en la infancia. Los antibióticos repetidos dañaron su microbioma, estableciendo las bases para futuros problemas. A los 12 años desarrolló asma, a los 25 depresión y a los 30 diabetes tipo 1.
Cada médico trató cada síntoma por separado:
- Antibióticos para las infecciones
- Inhaladores para el asma
- Antidepresivos para la depresión
- Insulina para la diabetes
Nadie conectó los puntos, para dar con la enfermedad celíaca subyacente que estaba causando inflamación sistémica y perpetuando el ciclo autoinmunitario. Cami continuó consumiendo gluten diariamente, alimentando el fuego que consumía su salud, manteniéndola como otra víctima de la “pandemia silente”.
¿Por qué sí a la medicina funcional?
Estudios comparativos demuestran que pacientes tratados con este tipo de medicina que integra y aborda las causas raíz, ganaron más calidad de vida y más efectivos resultados que aquellos tratados convencionalmente. En su abordaje:
- Busca las causas raíz en lugar de solo tratar síntomas
- Ve el cuerpo como un sistema integrado donde todo está conectado
- Personaliza el tratamiento según la bioquímica individual
- Enfatiza la prevención y la optimización de la salud
- Utiliza intervenciones naturales junto con medicina convencional cuando es necesario
Practícala y comienza a sanar hoy
Paso 1: Evalúa Tu Situación Actual
Síntomas comunes de autoinmunidad temprana:
- Fatiga persistente
- Problemas digestivos
- Cambios de peso inexplicables
- Dolores articulares
- Problemas de piel
- Niebla mental
- Cambios de humor
- Problemas de sueño
- Sensibilidades alimentarias crecientes
Paso 2: Implementa cambios inmediatos
Alimentación:
- Elimina el «trío terrible» (gluten, lácteos, azúcar)
- Aumenta vegetales de hojas verdes
- Consume grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, nueces)
- Hidrátate adecuadamente con agua filtrada
- Come alimentos fermentados
Estilo de vida:
- Establece una rutina de sueño consistente
- Practica manejo del estrés diariamente
- Muévete regularmente pero sin excesos
- Pasa tiempo en la naturaleza
- Cultiva relaciones sociales positivas
Entorno:
- Cambia productos de limpieza por alternativas naturales
- Filtra tu agua de consumo diario
- Mejora la calidad del aire interior
- Reduce la exposición a los campos electromagnéticos (EMFs)
- Elige productos de cuidado personal libres de tóxicos
Paso 3: Busca apoyo profesional adecuado
No intentes hacer esto sola. Busca profesionales que entiendan medicina funcional:
- Médicos funcionales certificados
- Nutricionistas especializados en autoinmunidad
- Health coaches con experiencia en enfermedades crónicas
- Terapeutas especializados en trauma y estrés
Tener esperanza es conocerte y activarte
Mi historia con Hashimoto no terminó con un diagnóstico desalentador y medicación de por vida. Alcancé su remisión completa, una energía renovada y una gran motivación para ayudar a otras mujeres a encontrar su camino hacia la salud. Los pilares de mi recuperación fueron:
- Educación continua: Nunca dejé de aprender sobre mi cuerpo y mi condición
- Paciencia y persistencia: La sanación toma tiempo; no conté con soluciones rápidas
- Enfoque holístico: Mente, cuerpo y espíritu trabajaron juntos
- Comunidad de apoyo: Me rodeé de personas que entendieron mi viaje
- Celebrar pequeñas victorias: Cada mejora fue mi pequeño gran paso hacia la salud completa
La autoinmunidad no es una sentencia de por vida. Es un desequilibrio complejo que puede corregirse cuando abordamos las causas raíz y le damos al cuerpo lo que necesita para sanar.
Reacciona ante la “pandemia silente”
Si te sientes identificada con mi historia o con algunos síntomas que he descrito, quiero que sepas que no estás sola. Miles de mujeres han encontrado su camino para alejarse de las estadísticas de esa “pandemia silente” y encaminarse hacia la remisión de su autoinmune y conquistar una salud vibrante.
El primer paso siempre es el más difícil, pero también el más importante. Comienza hoy mismo implementando una o dos de las estrategias que he compartido. Tu cuerpo tiene una capacidad increíble de sanación cuando le proporcionas el entorno y las herramientas adecuados.
Recuerda: tu diagnóstico no define tu futuro. Con el conocimiento correcto, el apoyo adecuado y la determinación inquebrantable, puedes reescribir tu historia de salud.
La medicina funcional me devolvió mi vida. Mi misión ahora es asegurarme de que tú también tengas acceso a esta información y a estas herramientas transformadoras.
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¿Te sientes inspirada para iniciar esta ruta de sanación? Comparte tu experiencia en los comentarios y hablemos.
Descargo de responsabilidad: La información en este artículo es solo para fines educativos y no debe reemplazar el consejo médico profesional. Siempre consulta con tu proveedor de atención médica antes de hacer cambios significativos en tu tratamiento o estilo de vida.
Referencias:
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Tordesillas, L., & Berin, M. C. (2018). Mechanisms of oral tolerance. Clinical Reviews in Allergy & Immunology, 55(2), 107–117. Recuperado de: https://doi.org/10.1007/s12016-018-8680-5
Van Wijngaarden, E., Savitz, D. A., Kleckner, R. C., Cai, J., & Loomis, D. (2000). Exposure to electromagnetic fields and suicide among electric utility workers: A nested case-control study. West Journal of Medicine, 173(2), 94–100. Recuperado de https://doi.org/10.1136/ewjm.173.2.94